Nací el 28 de mayo de 1997 en Tenjo, Colombia. Empecé a crecer como cualquier otra niña en una casa campestre rodeada de árboles y césped, disfruté de una infancia feliz y saludable hasta los 5 años, desde cuando mi piel y con ella mi vida entera empezaron a tomar un rumbo bastante confuso y doloroso.
A esta edad y por razones aún bastante inciertas apareció un eczema en todo el cuerpo que por 4 años empeoró a niveles que nunca imaginé. A los 6 años el problema era tan grave que no tenía piel en gran parte del cuerpo, fui diagnosticada con dermatitis atópica crónica severa y me sometí a diversos e incómodos tratamientos con médicos de diferentes especialidades que acabarían por intoxicarme y extenuarme dejando mi organismo funcionando incorrectamente hasta hoy en día que tengo 21.
Después de mi crisis #1 que duró de los 5 a los 9 años más o menos la enfermedad pareció desaparecer, pero ahora puedo decir que solo se "quedó dormida", mi piel tomó de nuevo su color homogéneo y la picazón, ardor y dolor se fueron junto con la inseguridad que sentía sobre mi piel,
No podía estar más contenta de enfrentarme a la adolescencia estando bien y no teniendo algo que me cohibiera de mostrar orgullosamente mi personalidad,
pero esto desafortunadamente cambió de nuevo para dar paso a una crisis #2 a los 17 años, momento en el que cursaba segundo semestre de la universidad y me invadió una terrible depresión por verme el cuerpo casi que completamente cubierto por una piel roja, reseca y muy inflamada sin entender porque, de esto no tengo fotos o no he podido encontrarlas debido a que me causaba tanta ira y dolor verlas que las quise borrar de todos lados.
Fue tan grande mi desesperación que empecé un tratamiento con corticoides (de los que hablaré más adelante porque considero muy importante que las personas sepan todo acerca de este medicamento) que favoreció inmediatamente la apariencia de mi piel pero a su vez hizo que mi sistema inmunitario se bajara tanto que tuve que ser internada en el hospital por 3 semanas (me retiré voluntariamente por la depresión que sufría ahí) a causa de varias infecciones que mi cuerpo no pudo combatir, así que tuve que aplazar el semestre en la universidad y continuar la lucha en casa contra muchas complicaciones médicas graves que se desataron a raíz de todo esto.
Continué el tratamiento con corticoide (con una dosis menor) por 2 años ya que si lo dejaba, inmediatamente mi piel empezaba a brotarse de nuevo, por lo que cree un tipo de dependencia al mismo. Como consecuencia del uso de este medicamento mi organismo empezó a sentir cambios sumamente fuertes, pero el más notable de estos fue la forma de mi cara, que aumentó increíblemente su tamaño, haciéndome ver muy inflamada a lo largo del tratamiento, lo que no dejaba disminuir mi depresión o aumentar la confianza en mi misma, me puso en una encrucijada emocional y sentía que prácticamente tenía que elegir entre ver y sentir mi piel muy mal y verme al espejo siendo otra persona por completo, no podía sentirme identificada con la nueva yo que veía en el reflejo, así que me llené de valentía y decidí dejar el corticoide.
Ha pasado un año desde que dejé el medicamento y me entregué por completo a lo que estuve aprendiendo los últimos 3 años viajando cada que puedo para conocerme mejor y tratar de encontrar respuestas y soluciones que vengan de mis propias manos y de la medicina natural. Aún lucho con la dermatitis pero puedo decir que ya no dependo del corticoide y a comparación de hace 3 años estoy muchísimo mejor.
Actualmente mi enfermedad es completamente cambiante e inesperada, incluso la llamaría autónoma y consciente, un día estoy brotada, al siguiente no, un día tengo una reacción muy fuerte y al otro mucho más suave, un día rechazo cierta comida o material de la ropa y al siguiente no, aún no la entendiendo pero a diferencia de años atrás siento que me está fortaleciendo y empoderando en vez de dañarme, estoy aprendiendo a manejarla con paciencia, amor y sobre todo perseverancia.








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